EL POTRO
El potro se fue a la mar,
y la mar estaba en calma;
llena de nardos flotantes
y canciones de esmeralda.
Potro que sin brida llega
con la crin enarbolada,
con estrellas en la frente
y lunas en la mirada;
pisa mantos de coral
con sus cascos de obsidiana,
y al pisarlos ejecuta
la danza de la mañana.
El ritmo de su galope
lo rige desesperada
una aurora presurosa
con diamantes argentada.
Pronto llegará la tarde
de arreboles coronada;
y el potro que fue a la mar,
a la mar que estaba en calma.
Deseará fervientemente;
¡Nunca volver a pisarla!
Pues verá que blancas lunas
en sus cendales de plata
roban a los ruiseñores
nocturnales y los matan!
En sus ojos resignados
lleva fuerza que arrebata;
la violencia de huracanes
y de galaxias lejanas.
Las estrellas se adelgazan
cual puntitos de escarlata,
y él, con fuertes resoplidos
da vigor a la mañana.
El potro que se desboca
sin bridas y sin albarda,
ya sin sujeción alguna;
inminentemente ¡estalla!
Al sorprenderlo, la vida,
trotando en arenas blancas,
mil relinchos inocentes
se escucharon en la playa,
para adornarse la noche;
extendió su mano amarga
y tomó al potro que fue
a la mar, estando en calma.
Y hoy es ya constelación...
en la noche de obsidiana.
Humberto C. Garza
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